Jue, ¿pero cuánto hace que no me paso por aquí?. Y es que ando ocupada, las clases, la vida,
la vida y
las clases, ya sabéis
. Siempre escribo chorradas
/mis chorradas por placer y no por obligación, y desde que el nuevo curso empezó me he sentido tan liadilla entre pitos y flautas que no he visto el momento, por no decir que no he tenido ganas :-S O puede que simplemente no lo haya necesitado en todo este tiempo.
Pero lo añoro, en el fondo esto de ponerse a escribir lo que a una le salga del coquín tiene su encanto. Bueno, no exactamente, para ser franca un
blog totalmente público tiene sus limitaciones, y más aún cuando sabes que puede haber algún lector esporádico que te conozca personalmente. No puedes hablar de tus crímenes a sangre fría a la ligera y esas cosas, no sé si me explico... Las vísceras lo mejor es guardarlas en tarritos de cristal en las estanterías de casa, pero menuda novedad, ¿no?
Vísceras a un lado, hoy quiero "
hablar" de lo pesados que resultamos los seres humanos cuando pretendemos cambiar los hábitos y costumbres de los otros sólo porque a nosotros mismos nos parezcan mucho mejor los nuestros. Puede que sea por cabezonería pura o por el placer de que nuestros esquemas personales no se vean mermados bajo el influjo de otros. Pero por favor, dejemos a la gente que viva como quiera. Que no gusta vivir con la sensación de que terceros se preocupen de recortar tus alas. De que te digan lo que debes o no debes hacer.
Mi vuelo es mío, tan mío como el de cada uno es de cada uno.